Reconozco que el sábado me porté como una pendeja, pero no te das cuenta de cómo tus acciones me afectan. Me sentía tan de sobra, tan invisible, tan NADA. Me sentía nada. Ni siquiera me mirabas, de vez en cuando me decías algo. Te sentía tan lejos que parecía que aunque te gritara no te ibas a dar vuelta a mirame. Era lo peor. Pero entiendo que me pude haber perseguido mucho. Estuve mal y me conocés, además soy bastante obvia. Te expliqué lo que pasaba y bueno, ahí estuvimos mejor, creo yo. Estuvo todo bien.. bien. Pero todas las pendejadas que me dijiste el domingo sinceramente me dieron por las bolas. Y ayer, no podía soportar estar en esa situación de no saber qué era lo que pasaba entre los dos. Porque estuve mal, en serio me importas, y no saber si a vos te chupaba un huevo cómo estabamos o qué pensabas, me comía la cabeza. Estaba.. ansiosa, con cuentas pendientes. Cuentas que quería solucionar. Sea para bien o para mal, tenía que hablarlo con vos. Por suerte, hoy me di cuenta que tal vez lo mejor es dejar todo mi orgullo de lado e intertar haceme cargo del tuyo, porque esta vez eso me estaba jugando en contra. Por eso fui y te hablé, como si nada. Y acalramos todo, aunque hubiera preferido haber tenido la posibilidad de hacerlo personalmente. Pero ya está. Ahora ya está.
Te quiero, lo sabes. Perdón. Gracias.
XOXO
La doctora
No hay comentarios:
Publicar un comentario